Durante el día, a la luz del sol, el señor disfrutaba tejiendo sus cestas, cuidando sus animales y regando su huerto. A veces, mientras descansaba, se ponía a cantar. Pero cuando el sol se ocultaba destrás de la montaña, el señor al que no le gustaba la noche se entristecía. Todo a su alrededor se iba poniendo gris, oscuro y negro.
- Otra vez la noche. ¡Que fastidio con la noche!
El señor guardaba sus animales, recogía las cestas, encendía la lámpara y se encerraba en su casa. A veces, se asomaba por la ventana, pero no había nada que ver en la noche negra. Entonces, apagaba la lámpara y se acostaba a dormir.
Una tarde, cuando el sol ya desaparecía, el señor decidió subir a la montaña. la noche venía tapando el cielo azul. El señor escaló hasta la punta del cerro mas alto y desde allí gritó.
- Mira, noche. Párate.
Y la noche paró un momento.
N - ¿Què pasa? preguntó con voz suave y ronca.
-Noche, tú no me gustas. Cuando tú llegas, se va la luz y se van los colores. Sólo queda la oscuridad.
- Tienes razón- respondió la noche-. Así es.
- Dime, ¿ a dónde te llevas la luz?
N- Bueno, la luz se esconde detrás de mí. No puedo hacer nada. Lo siento.
Y la noche terminó de estirarse y tapó de negro todas las cosas.
El señor bajó la montaña y se acostó a dormir.
Pero no pudo dormir. Recordaba su conversación con la noche.
Al día siguiente trabajó muy poco, pensando y pensando en las palabras de la noche.
Y esa tarde, cuando la luz volvió a desaparecer, dijo:
-Ya sé lo que tengo que hacer.
Subió una vez mas a la montaña. La noche era un inmenso toldo negro que lo cubría todo.
Cuando llegó hasta la punta del cerro más alto, el señor se empinó, alzó su mano y hundió
un dedo en el cielo negro. Un agujerito se abrió y brilló un puntito de luz. El señor al que no le gustaba la noche se puso contentísimo. Abrió aguijeritos por todas partes y en todas partes brillaron puntitos de luz.
Maravillado, apretó la mano, y de un golpe metió el puño entero. Entonces, se abrió un hueco enorme por donde se asomó una luz grande y redonda como una naranja.
La luz que se escapaba por los agujeros de la noche bajó por la montaña, y un brillo tenue y plateado iluminó los campos, las casas, la iglesia y la plaza.
Esa noche nadie durmió en el pueblo.
Desde entonces, cuando el sol se va, el cielo se llena de luces y la gente puede quedarse hasta muy entrada la noche mirando la luna y las estrellas.
Hola!soy profesora y me encanta!ya lo había escuchado de una amiga, me serviría para contar al final a los alumnos las constelaciones en las clases pero se puede compartir o adaptar de manera libre?
ResponderEliminarExelente a mi hija le fascina
ResponderEliminarmi historia favorita
ResponderEliminarMuy interesante
ResponderEliminarHola. Soy cuenta cuentos. Este cuento siempre está en mi repertorio. Tengo un video contandolo. Allí podrás ver algunos recursos que utilizo para realizarlo. Si te interesa buscame como Weston Lizcano en facebook y me escribes al imbox.
ResponderEliminarExcelente
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