Nadie sabía por qué Carlota era distinta a
todos los demás. pero lo fue desde el principio. Mientras los demás corderos se
quedaban tranquilamente al lado de sus madres, Carlota brincaba sobre los palos
y piedras. Charly, el viejo perro guardián, le enseñaba los dientes. Pero ella
no le tenía miedo.
En una ocasión, nadie sabía dónde estaba
Carlota y el pastor la encontró subida a un árbol. Charly quería hacerla bajar
a ladridos, pero Carlota prefirió seguir un ratito allí arriba y después bajó
por si misma.
Ts-ts-ts, hicieron las viejas
ovejas."Ya veremos como termina".
Y, sin embargo, sólo acababa de empezar. En
otra ocasión, corrió hacia abajo por la pronunciada pendiente para nadar en las
aguas del turbulento arroyo. "Ts-ts-ts, hicieron las viejas ovejas
agitando sus cabezas."Ts-ts-ts".
No mucho después, Carlota ascendió a la
cortante peña, donde nunca antes se había atrevido a subir ninguna oveja.
"¡Oh, oh, oh", exclamaron las
viejas sin apenas atreverse a mirar porque les daba vértigo.
Otro día, encontraron a Carlota a la orilla
de la carretera viendo pasar los
peligrosos autos. Todas le preguntaron por qué hacia aquello. pero ella no
quiso decirlo.
"¡Uy,uy, uy"!, dijeron las
viejas. "¡Ay, ay, ay"!.
¡Qué habrían dicho si hubieran sabido que
Carlota se paseaba de noche por los alrededores! Cuando los demás dormían...
...Ella se escapaba silenciosamente a su
lugar preferido a contemplar la luna. Ni siquiera Charly se enteraba. Su oído
ya no era el mejor.
Y en otoño, cuando los días se vuelven mas
cortos y las noches mas oscuras, sucedió la desgracia: El pastor se torció un
tobillo y no podía andar. Ni un solo paso. Charly ladraba, dando vueltas
alrededor, pero lamentablemente, no servía de nada. El pastor se recostó en la
hierba y no sabía que hacer.
"¡Qué desgracia, que desgracia!",
dijeron las viejas. "Alguien tiene que bajar al valle, a casa del
granjero, a buscar ayuda". Tiene que ir Charly". Es el único que
conoce el camino". "Pero el camino es demasiado largo para él".
Ya apenas si consigue dar una vuelta alrededor del rebaño". "También
es cierto". Así hablaban las viejas y movían la cabeza.
Entonces habló Carlota. "Yo lo haré.
Yo iré. ¿Carlota? ¿La pequeña salvaje?. ¡Imposible!. "jamás una oveja ha
bajado sola al valle". "¡Ni se le ocurra!"
Las viejas estaban fuera de si. Aunque
Carlota hacía rato que no las oía. Se encontraba en la encina grande y miraba
atentamente para acertar con el camino.
Pasó por encima de palos y
piedras...atravesó el turbulento arroyo.. y ascendió por las empinadas rocas.
Oscureció...y era de noche cerrada cuando
llegó a la carretera. Se colocó en la orilla mirando hacia los peligrosos
coches que venían de frente y cuyas luces brillaban. También los ojos de
Carlota brillaban.
Y un camionero, que iba hacia Villaoveja,
vio los brillantes ojos y se detuvo. "¿Al valle?", preguntó
amablemente. Carlota asintió.
Fue bonito viajar en camión en la noche y
Carlota casi se puso triste al tener que bajarse.
"¡Que
te vaya bien!", dijo el amable camionero. ¡A ti también!, pensó
Carlota. Y el camionero asintió.
El granjero ya dormía cuando Carlota golpeó
con la nariz en el cristal. !¡Una oveja!", dijo la granjera, que fue la
primera en despertar.
"¡Carlota!", dijo el granjero.
"Completamente sola. Eso significa algo".
El granjero y Carlota subieron en el
tractor hasta el rebaño. Cuando llegaron, el pobre pastor seguía recostado en
la hierba. El granjero lo llevó aquella misma noche al hospital.
Durante 3 semanas, el pastor tuvo la pierna
enyesada. Después volvió con las ovejas. "Es que ya no es el más
joven", dijeron las viejas. "Lo mismo que Charly."
"Ts-ts-ts. Veremos cómo termina"
"Mientras Carlota vigile..."
"También es cierto".
Así hablaban y movían las cabezas. ¿Y
Carlota?
Llevaba en ese momento a Charly a su lugar
preferido.
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