martes, 29 de octubre de 2013

Los 3 bandidos (Por: Tomi Ungerer)

Había una vez
tres feroces bandidos
que siempre llevaban
anchas capas negras
y altos sombreros negros.

El primero tenía un trabuco.
El segundo, un fuelle lleno de pimienta.
El tercero, una enorme hacha roja.

cuando oscurecía
se ponían al acecho
Junto al camino.
¡Eran tipos terribles!

Cuando ellos aparecían,
algunos se desmayaban de miedo,
los perros metían el rabo entre las piernas,
y hasta los más valientes huían.

Cuando pasaban los carruajes,
echaban pimienta en los hocicos
de los caballos.

¡Y los cocheros tenían que parar!

Después,
destrozaban las ruedas a hachazos...

...y con el trabuco,
amenazaban a los viajeros
y los desvalijaban.

Los bandidos tenían un escondite
en una guarida, en lo alto de la montaña.
Hasta allí transportaban su botín.

Tenían cofres y arcas llenas de oro,
perlas, anillos, relojes
y piedras preciosas.

Una vez, en una noche  muy oscura,
 los tres bandidos asaltaron un carruaje
en el que sólo había un pasajero.

Era una niña húerfana.
que se llamaba Úrsula.

Estaba triste
porque viajaba a casa de su tía gruñona,
para quedarse a vivir con ella.

Y aquello no le gustaba.

Por eso, cuando aparecieron los tres bandidos,
se puso muy contenta.

Como los bandidos no encontraron
nada más en el carruaje,
envolvieron a Úrsula en una manta.
y la llevaron hasta el escondite.

Allí,
le prepararon una cama blanda
y la acostaron para que durmiese.

A la mañana siguiente,
cuando despertó.
Úrsula vio los cofres y las arcas
llenas de tesoros
"¿Qué vais a hacer con todo esto?"
le preguntó a los bandidos.

Los tres se miraron, sorprendidos.
¡Nunca se les había ocurrido pensar
 que harían
con tanta riqueza!

Y como Úrsula, la niña huérfana,
les gustaba tanto,
los bandidos marcharon en busca
de otros niños infelices y abandonados,
para cuidarlos.

Y compraron un castillo enorme
para que todos aquellos niños
tuviesen un hogar.

Todos los niños
llevaban
las mismas capas
y los mismos sombreros
que los tres bandidos

¡Pero de color rojo!

La historia de los bandidos
que recogían niños huérfanos
corrió de boca en boca.

Todos los días encontraban
algún niño abandonado
delante de la puerta.

Los niños se quedaban allí
hasta que tenían edad
para tener su propia vivienda.
Después construían sus casas
muy cerca del castillo.

Aquel lugar llegó a ser
una pequeña ciudad
en la que todos llevaban
sombreros rojos
y capas rojas

Y, en agradecimiento,
construyeron una muralla
con tres torres impresionantes.

¡Una para cada bandido!

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